viernes, 5 de octubre de 2012

AQUELLA ANTIGUA NAVIDAD

Hace años muchos años atrás la navidad se apagó, y sin ella el mundo se oscureció y abandono todo lo que ella simbolizaba, se perdió el amor a los demás, la unión que existía entre las diversas comunidades desapareció de repente. También los niños dejaron de recibir los regalos de Navidad el día de Reyes, ese día tan mágico que cada niño la noche antes velaba por si aparecía los Tres Reyes Magos, mientras el silencio cobijaba la habitación para que ninguno de los tres sospecharan lo mas mínimo, sus ojos abiertos observaban la puerta abierta y la ventana por donde ellos aparecerían en un instante no esperado. Todo estos sentimientos humanos se habían perdido. Donde habían quedado los gritos de los niños al abrir los juguetes, y contemplar que los Reyes Magos habían acertado en toda su perfección, como lo habían logrado colocarlos, si sus ojos no habían dejado de mirar al bello árbol de Navidad donde siempre desde pequeño encontraba los divinos regalos.

Los padres y los niños celebraban el dia de Navidad.
Quien cada Nochebuena no cobijaría a sus familiares, aquellos padres e hijos, e incluso tíos y primos se reunían alrededor de la mesa, para celebrar como siempre otra nueva Navidad. Que triste es que las madres y las esposas no adornen la mesa donde los platos mas celebrados y las bebidas mas ricas se apoderaban de sus ojos y en cada uno de ellos las chispas de alegría rebosaban sin limites. Los deseos se apoderaban de sus corazones, entre ellos sus copas chocan en un brindis y en un grito al unisono todos como un eco se escucha: Feliz Navidad.

Y que decir de esa misma noche después de cenar, cuando los mayores se marchaban a la iglesia a escuchar la gran Misa de Gallo para celebrar la llegada del Niño Dios que ha nacido ya. El cura recitaba los versículos san Lucas 2, 1-14. Aun en mi memoria puedo recordar:

Sucedió que por aquellos días salio un edicto de Cesar Augusto
ordenando que se empadronase todo el mundo.
Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria, Cirino.
Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret,
a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén,
por ser él de la casa y familia de David,
para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí,
se le cumplieron los días de alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito,
le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre,
porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores,
que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche s rebaño.
Se les presento el Ángel del Señor,
y la gloria del Señor los envolvió en su luz,
y se llenaron de temor.
El Ángel les dijo:
"No temáis, pues os anuncio una gran alegría,
que lo sera para todo el pueblo:
Os ha nacido hoy, en la ciudad de David,
un salvador, que es el Cristo Señor,
y esto os servirá de señal:
encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre."
Y de pronto se junto con el ángel una multitud del ejercito celestial,
que alababa a Dios, diciendo:
"Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres
en quienes él se complace."
 
Todos los allí reunidos escuchaban la voz del cura tan callados que nadie se atrevería a hablar, era tal la devoción en ellos que la iglesia parecía no ser como la de los demás días, al contrario, su luz y su música radiaba con mayor esplendor, parecía que un ángel acompañase desde arriba en la mismísima cúpula, para así atestiguar que la historia de Jesús era muy real. Todos los reunidos se vestían lo mejor que podía, todo era poco para ese día, hasta el cura se vestía con sus mejores galas. La estola le daba mas presencia a la casulla, pues era el día mas grande para un cura, que esa noche ante sus feligreses recitara la llegada de Jesús. Mientras el recitaba podía observar los ojos de algunos que por sus mejillas se derramaban unas lágrimas de expresividad, era toda de fe y no era nada de debilidad.
 

Todos los seres reian en las casas y en las calles
Que tristeza observo en sus semblantes, en ellos no contemplo la ilusión de ser por un día la persona mas afortunada y dichosa que se pueda mirar. Es la víspera de la Navidad, el día que cada año sin falta unos niños en un convento a través de miles de bolas en un bombo, a la voz de ellos alguien afortunado sera. Es el Gordo de Navidad, las personas agraciadas lo celebran con los demás, estos últimos se sienten felices pues a los agraciados los ven llorar, llorar no de tristeza, muy al contrario de alegría...Son millonarios como nunca en su vida creyeron que lograrían ser. Que feliz todos eran cuando existía la Navidad. Compraban regalos sin necesidad, pues todos vivían con la alegría de que nunca la dicha se acabaría.
De pronto salían a las calles y cantaban sin cesar, eran todos villancicos que ya nadie suele escuchar. Los niños llamaban a las puertas, y tocaban con la pandereta y la zambomba las mas bellas y viejas canciones que nadie ha podido escuchar, son los viejos villancicos que no se escuchan, pues se durmió la alegre Navidad.
Ya nadie en esta tierra se acuerda de la Navidad, el mundo solo camina sin mirar, como si cada segundo de sus vidas se fueran a terminar. Nadie se detiene a desear al vecino una Feliz Navidad. Que tristeza observo en sus corazones, pues en ellos ya no existe la maravillosa Navidad.